• Giovanni, a sus 55 años, resopla mientras incrusta con su martillo uno de los adoquines que conforman el suelo romano.
  • Así está seis horas al día, agotado entre fieles y turistas, porque no hay tiempo que perder: los aledaños del Vaticano tienen que estar perfectos en tres semanas, para el inicio del Jubileo.

 

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